lunes, 7 de febrero de 2011

Resumen de David Hume

Hume, como integrante del empirismo, niega la existencia de ideas innatas y afirma que todo nuestro conocimiento proviene de la experiencia. Además, defiende la insuficiencia de la razón para obtener un conocimiento científico universal, así como su limitación en cuanto guía moral de la vida humana.

Hume distinguirá entre los contenidos de la mente las impresiones (obtenidas por los sentidos) y las ideas (derivadas de las impresiones). Por tanto, una idea es verdadera si podemos atribuirle una impresión correspondiente. Además, existen impresiones de sensación, que dan lugar a ideas, y de reflexión, que provienen de las ideas. Las impresiones, al igual que las ideas, pueden ser simples o complejas. La memoria y la imaginación establecen con las ideas relaciones de asociación según tres principios: semejanza, contigüidad y causalidad.

El conocimiento es de dos tipos: relaciones de ideas (ciencias formales–matemáticas y lógica- razonamientos a priori, universales y necesarios en los que el predicado está implícito en el sujeto y que, por tanto, no ofrecen información sobre la realidad) y cuestiones de hecho (razonamientos a posteriori que, aunque son contingentes, proporcionan información de la realidad).

Las cuestiones de hecho parecen regirse por el principio de causalidad. Sin embargo, al no percibirse la conexión necesaria entre la causa y el efecto, es imposible asegurar siempre el mismo efecto para una causa. No obstante, el hábito de asociar repetidas veces el mismo efecto a una causa nos lleva a crear una conexión psicológica entre ambos.

Aplicando la crítica de la idea de causalidad a la idea de sustancia, Hume llega a la conclusión de que es imposible justificar la existencia de ésta. En primer lugar, la sustancia extensa no puede probarse al no poder asegurar que las impresiones procedan de una realidad exterior al propio ser. Asimismo, no podemos justificar la sustancia pensante pues no tenemos ninguna impresión permanente y estable del propio yo, sino una sucesión de impresiones que nuestra memoria ha unificado. Por último, la sustancia divina no puede ser probada al no tener experiencia de Dios, la cual nos permitiría demostrar su existencia.

Debido a que no hay justificación alguna de las impresiones y que las percepciones se asocian entre sí sin que sea posible descubrir conexiones entre ellas, solo podemos conocer las percepciones (fenomenismo). Consecuencia del fenomenismo es el escepticismo (no existe una justificación racional de la existencia del mundo, del yo o de Dios).

Por último, para Hume nuestros juicios morales no son producidos por la razón pues no se trata ni de relaciones entre ideas (no son analíticos) ni de cuestiones de hechos (no describen una realidad). Por lo que la moral se fundamenta en el sentimiento moral de agrado o desagrado ante las acciones, emoción o “gusto” interior, que surge del sujeto y que es universal a todos los hombres. Hume defiende pues el “emotivismo moral”.

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